Con colas desde la misma mañana del concierto, y con público de diversas comunidades del norte de España y alrededores, poco después de las 20:30h se abrían las puertas del Muelle de Baterías del Puerto de A Coruña para vivir una noche de auténtico rock. La parte delantera del escenario se iba llenando de gente para rockear duro con la banda telonera de la noche, las suecas Thunder Mother, que fueron las elegidas por Scorpions para realizar toda la gira europea y todo un huracán de puro rock’n’roll presentando su último disco «Black and Gold».
Con puntualidad absoluta a las 21:45 entraban llenas de energía Filippa Nässil a la guitarra, la potente voz de Linnéa Vikström, Majsan Lindberg al bajo y Joan Massing tras la batería. Con una potencia electrizante fueron descargando temas como «Loud and Free», «Driving In Style» o «Shoot To Kill» entre otros, con una banda espectacular con Flilippa como líder con su guitarra sin parar de hacer rockeras poses para alegría de los fotógrafos y la cantante Linnéa explotando su potente voz e interactuando en todo momento con el público. Una gran banda y todo un acierto para calentar esta rockera noche.
Y llegaba la hora del gran momento que esperaban las 12.000 personas que se juntaron en el Muelle de Batería. Los alemanes Scorpions que, como es habitual en las bandas legendarias, los años pasan factura sobre todo los 75 años de su cantante Klaus Meine. Yo ya iba sobreaviso después de ver algunos vídeos de sus últimos conciertos pero quizá a mucha gente le impactó ver lo débil y frágil que se muestra, aunque con él avance del concierto fue mejorando en sobre todo en la voz, recordándonos al cantante de antaño. Y es que pasados pocos minutos de las once teníamos ante nosotros a unos auténticos monstruos del hard rock y heavy metal internacional que coparon los años 70 y 80 con sus rockeros temas y sus archiconocidas baladas.
Comenzaron con un tema de su último disco, “Gas In The Tank” con el grupo un poco estático, sobre todo Klaus que cantó el tema sin moverse y con un tono algo bajo. Pero fue la llegada de un clásico como “Make It Real” para que el público sintiera la picadura de los Scorpions y se puso a cantar y bailar al ritmo del tema, contagiando también a los miembros del grupo que comenzaron a soltar su energía con el gran Rudolf con su flying V haciendo su clásico molinillo y un siempre simpático Mathias. El motor del grupo no podía ser más potente con el gran Mike Dee a la batería, una auténtica bestia, y Paweł Mąciwoda cumpliendo al bajo.
Continuando con «The Zoo» con el que público ya comenzó a soltarse al igual que la banda con Klaus Meine con una sustancial mejora en su voz que por fin nos recordó su auténtico timbre de voz. Tras la instrumental «Coast to Coast» llegaron dos temas nuevos «Seventh Sun» y «Peacemaker», que bajaron un poco el nivel por desconocimiento del público pero que pronto arreglaron con los primeros riffs del gamberro «Bad Boys Running Wild» que transportó a todo el público a épocas pasadas. Un público mayoritariamente veterano pero también con jóvenes con ganas de ver a uno de los grupos icónicos del heavy metal. Y es que fue bonito ver a familias de padres con sus hijos, parejas cincuentonas recordando los temas con los que se conocieron y jóvenes veinteañeros viendo al grupo del que tanto les habló sus padres.
Tras la instrumental «Delicate Dance», con la aparición de un miembro del equipo a la guitarra para dar un respiro a Rudolf, apareció de nuevo en escena Klaus Meine que pidió a la gente que encendiera la luz de sus móviles anunciando «Send Me An Angel». Comenzaba la primera balada, uno de los puntos fuertes de Scorpions, y es que quién no se emociona con la delicada voz de Meine en este tema que poco a poco se fue convirtiendo en una de sus míticas baladas. Los silbidos con el que comenzaba el siguiente tema provocaron una gran ovación del público, y es que llegaba una de sus baladas más conocidas, la pacifista «Wind Of Change», cantando todo el público su conocido estribillo. Sin duda uno de las grandes momentos del concierto, que finalizando el tema con la aparición en las pantallas del símbolo de la paz con los colores amarillo y azul en honor a Ucrania.
Regresamos al puro rock con «Tease Me Please Me» del genial disco «Crazy World», al que siguió otro tema de su último disco «Rock Belieber» que no desentonó para nada en medio de los clásicos ya que mantiene la esencia clásica de los Scorpions, y el público estaba repleto de esos ‘creyentes del Rock’. En este momento se quedaron sobre el escenario en bajista Paweł Mąciwoda (que lleva casi 20 años en la formación) para realizar un efectivo solo de bajo con la compañía de Mike Dee a la batería, que se quedó a solas tras retirarse Pawel para destrozar su batería con un impresionante bombardeo de baquetazos que enloqueció al público y puso de manifiesto que sigue siendo uno de los mejores baterías del metal.
De regreso en el escenario toda la banda llegaba uno de los más potentes temas de los alemanes, «Blackout», que sonó como una auténtica apisonadora con la guitarra de Rudolf provista de un tubo de escape que iba soltado humo mientras su guitarra escupía potentes riffs que se unieron a los de una gran «Big City Nights» con la gigante pantalla del fondo del escenario mostrando imágenes y la gente disfrutando y cantando de eterno clásico del rock. Tras finalizar el tema el concierto parece terminar, con toda la banda abrazada frente al escenario despidiéndose del público. Pero un concierto de Scorpions no puede finalizar sin la balada de las baladas, que trasciende cualquier género musical.
Y así regresaron al escenario con los primeros versos ‘Time, it needs time, To win back your love again, I will be there‘ que puso la piel de gallina y los ojos humedecidos a más de uno y una, y es que «Still Loving You» nunca pasa de moda. Pero el grupo quería despedirse por todo lo alto y lo consiguieron con «Rock You Like A Hurricane», otro de sus potentes temazos que pusieron punto y final a la actuación. Un concierto que puede ser uno de los últimos que muchos de los que estábamos allí puedan ver de Scorpions, por ese motivo lo disfrutamos a tope como si fuera la última vez que recibamos la mortal picadura del rock.
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