Conciertos en Santiago

Texto y fotos: Carlota Álvarez Feijoo

Depedro y su guitarra emocionan al público santiagués con un concierto Acustiquísimo

Una guitarra y la voz de Jairo Zavala, conocido artísticamente como Depedro, fueron suficientes para hacer justicia al superlativo del ciclo de conciertos Momentos Alhambra Acustiquísimos. Siguiendo las actuaciones de artistas nacionales como La Bien Querida, Arco y Alice Wonder en otras ciudades gallegas, Depedro llevó su música a Santiago de Compostela, donde lo dio todo ante un público muy entregado.

Pasaban poco de las nueve y media cuando Jairo, guitarra en mano, se subió al escenario entro los aplausos y gritos de los asistentes, para comenzar un concierto que no dejaría indiferente a nadie. Conocidas canciones como Como el viento, ¿Hay algo ahí?, Hombre bueno consiguieron que desde un principio los asistentes “mecieran sus cuerpos” y acompañasen al artista con coros y aplausos. Acto seguido, el madrileño dio paso a temas más recientes con Máquina de piedad, canción que comparte nombre con su último álbum.   

De la mano de Art Music Agency y con el patrocinio de Cervezas Alhambra, Depedro agotó las entradas de un concierto muy cercano en el que primaba la complicidad entre el cantante y el público, acogidos por un espacio memorable. El Patio de Cristal San Francisco Hotel Monumento, uno de los principales claustros de un edificio declarado Bien de Interés Cultural, fue el escenario de este concierto. Arcos de medio punto con iluminación cálida crearon un ambiente único, que no sólo capturaron las pantallas de los móviles del público, si no también el lápiz del artista Martín Romero. Desde el fondo del claustro, el ilustrador se encargó de inmortalizar un concierto inmejorable.

Déjalo ir, El pescador, Te sigo soñando, Fiesta, Noche oscura, Tu melodía y De Cómo empezamos fueron los temas que siguieron, que el público no dudó en aplaudir, saltar y cantar. Entre tema y tema, Depedro hizo alegatos a la esperanza y optimismo, construyendo canción a canción un concierto impecable. Mientras, decenas de personas capturaban los momentos más especiales, móvil en alto, y apuraban los tragos de sus cervezas.

Acercándose poco a poco al final, de la guitarra salen Jairo salen unos acordes que el público recibe con entusiasmo incluso antes de que comience la canción: era el turno de Diciembre, del álbum Nubes de Papel (2010). Entre coros de “uuh, uhhhs”, los asistentes tuvieron tiempo para emocionarse y poder acompañar el estribillo de uno de los temas más conocidos del Jairo Zavala.

Un público cada vez más partícipe en las canciones también se hizo notar en la que continuaba, El puñal. El tiempo de mover el cuerpo llegó con los ritmos más latinos de Depedro. Panamericana puso la guinda más bailable al pastel, pero con un dicho cubano el artista anunció que el fin del concierto se aproximaba. Con él, uno de los temas que todo el mundo esperaba oír: La llorona. Su versión de la canción popularizada por Chavela Vargas emocionó a un público que no dudó en cantar, respectando a su vez todos los silencios. La voz de Jairo y su guitarra eran los protagonistas de este concierto, pero lo que no estaba en cartel era la entrega de todos los asistentes, que no permitieron que el músico se quedase sólo en ningún momento.

Dejando la guitarra, Jairo se despide, pero a los pocos segundos un improvisado coro anima al artista a volver a salir al escenario. No se escucha ni un solo grito de “otra, otra”. Las paredes del claustro acogen, en su lugar, la melodía de La llorona, entonada por todos los presentes. Magia. Entre arcos de medio punto y piedras centenarias flotan las voces de todos los asistentes. Difícil de creer que ya hubiese pasado cerca de hora y media.

Y Jairo, emocionado, regresa al escenario para satisfacer a su público. Esta vez con Miguelito, un vals vienés que dedica “a un tipo genial”, su amigo Lichis. Una masa única comienza a moverse en el claustro de derecha a izquierda, siguiendo el compás. Al fondo de la sala, una pareja se atreve a bailar, abrazada, la melodía. Brazos por encima de hombros, manos agarradas. Izquierda. Derecha. Izquierda. Es el turno de La mañanita, el broche final para una velada irrepetible. “Cuidaos mucho”, desea Jairo, seguido de una broma “si es que os venís de gira conmigo, coristas”, resumiendo en solo una frase la magia de un concierto en el que artista y público fueron uno. Seguro, muchos desean que se haga realidad esa letra que dice “Ya volveré el año que viene”.

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